Despídete de mi, aglutinado escándalo de nervios,
pues cuando bajen los luceros
estaré cerca del mármol
contando historias a un desconocido.
Despídete de mí, con un trocado beso, aquí sobre la
sien
que hoy, vuelo con los parpados caídos en la calle.
Despídete de mi, carcajada inquieta
que alguien viene a alzar mis brazos.
Dame tu mano pavimento firme
que aprenderé a caminar sin mirar el miedo.
Dame tus venas suelo mojado
para empujar a ese que quiere dejarme sola.
Dame y despídete cuando el verso esté
colocado sobre el ala blanca de la piedra lisa.
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